9/3/10

Clarence Schmidt y la Casa de los Espejos



Clarence Schmidt (1897-1978) compró cuando a penas tenia 31 años un terreno en las montañas de Catskill cerca de la ciudad de Woodstock. Desde que se asentó en aquellas montañas comenzó una actividad artística muy alejada de la ortodoxia predominante; desarrolló su propia idea de la creatividad. Para algunos, arquitecto intruso; abuelo hippie para otros, viejo loco… muchos son los calificativos dedicados a este creador cuyo trabajo comenzó a principios del siglo XX como cantero y escayolista. Lo cierto es que Schmidt comenzó a construir una cabaña conocida como Journey`s End; en ella ya ensayó la construcción con materiales de desecho y de poca calidad como traviesas de ferrocarril, cortezas de árbol o viejas planchas de vidrio, en esta cabaña, que vendió poco después, pasó veranos enteros durante los años 30. Posteriormente comenzó la construcción de la Casa de los Espejos mediante troncos, cortezas, ventanas de antiguos edificios, pinturas baratas, multitud de clavos oxidados, piedra del sitio y muchos otros materiales encontrados por el mismo Schmidt. Levantó su casa a lo largo de los años, la casa fue creciendo como un ser vivo, de carácter vulnerable e incompleto. Schmidt se valía de sus manos, ayudado de andamios que disponía alrededor de la casa y que posteriormente consolidaba y entraban a formar parte de este conjunto de fragilidad técnica.
La casa llegó a alcanzar 7 plantas con 35 habitaciones, todo ello conectado con multitud de galerías, porches, pasillos, excavaciones en el terreno, escaleras o pasarelas construidas a lo largo de los años con una evolución claramente centrífuga, atendiendo a los parámetros del lugar. El interior de la casa era bañado por la luz natural proveniente de las claraboyas; y ahí dentro se podía oír el sonido de la naturaleza, el viento, los pájaros… o divisar el bonito paisaje en total armonía. En 1968 la primera casa de los espejos quedó destruida por las llamas pero la volvió a construir hasta que en 1971 un nuevo incendio destruyó la nueva casa. Mientras construía la segunda vivienda, empezó a forrar de papel de plata las ramitas del bosque, creando el llamado bosque de plata.
A la pintoresca imagen que tenía la casa por su peculiar forma de construcción, se le unió la multitud de objetos que Clarence Schmidt fue colocando en el exterior y el interior de la vivienda: muñecos, cornamentas, juguetes rotos, flores de plástico, bicicletas antiguas, ramas de árbol, estampas, altares, radiadores, guitarras, ventiladores, camas viejas, neumáticos y un largo etcétera. Toda esta amalgama de objetos formaba un laberinto, unido en conjunto por una multitud de espejos dispuestos en un jerárquico caos.
Clarence Schmidt encarnaba la imagen de artista introvertido e inaccesible que creaba su arte, fruto de un enigmático mundo interior y alejado del artista mediático que expone en museos; a la vez que su obra se convirtió en un ejemplo de arquitectura insólita como las torres de Simon Rodia en Los Angeles, el Palacio Frances de Ferdinand Cheval o más recientemente La catedral de Mejorada del Campo de Justo Gallego.

8 comentarios:

S. DE MOLINA dijo...

Sobre figura de Clarence Schmidt, siempre interesante, llegué a la conclusión que su verdadero material de trabajo no eran todos esos despojos y sobras que acumula sin aparente criterio.
Su verdadero material de trabajo son los brillos y los reflejos. Y la casa está construida con el mismo gusto que los cuervos acumulan cosas brillantes en sus nidos.

Enhorabuena por el rescate de una figura clave para entender las relacione del collage y la arquitectura.

saludos

hacedor de trampas dijo...

Muchas gracias Santiago. Muy interesante lo que comentas sobre Schmidt y esta fantástica obra.
Gracias por el comentario.

saludos!

Rafa dijo...

Es curioso porque este tipo de artilugios habitables responden a una lógica constructiva implacable y son el resultado de sus propias limitaciones... me gustan porque son como el resultado del error.. obtenidos tras muchas pruebas, la vision que da con las ventanas me parece muy interesante. Enhorabuena por el post, saludos!

hacedor de trampas dijo...

En realidad a nosotros tambien nos ha sorprendido, cuando lo descubres te llama muchisimo la atencion, como dice Santiago, es como un cuervo que amontona artilugios con brillos y reflejos. Gracias por tu participacion!

iRati dijo...

creo que ya te comente en un post anterior, mola mucho descubrir este tipo de artistas y saber de sus obras, en ese sentido me encanta este blog, segid asi por favor!

contestandote a lo que me preguntabas en mi blog, para ese dibujo especifico si que tenia referencia fotografica, que dentro de lo que cabe es mas "facil" a la hora de dibujar, que cuando copias un modelo del natural que se mueve o respira o ese tipo de cosas que hacen los seres vivos... :-D

para ese tipo de dibujos tengo mas el flickr, pero tampoco lo tengo muy al dia la verdad, por que el poco tiempo que tengo para ponerme a dibujar gente del natural lo tengo en el bus yendo hacia el trabajo y tampoco es que sea mucho... :S

muchas gracias por el comentario y un saludo!

Dos días en Colera dijo...

¡Qué mareo!!

Myriam dijo...

Hola Hacedor de Trampas, felicitaciones por el blog, muy bueno! Este post me encantó, no conocía a Clarence S. y las fotos en blanco y negro son alucinantes. Saludos,
Myriam

Sara dijo...

Me parece un ejemplo muy valioso de arquitectura que recoge y transmite experiencias. La obra (inacabada) evoluciona con el arquitecto que le dedica toda una vida y trabaja en el paisaje junto con la naturaleza, compartiendo materiales. Desde luego es una obra que no puede dejar indiferente a nadie, las fotos ya expresan emociones así que imagino que recorrerlo y dejarte empapar por su esencia debe ser una experiencia inolvidable. Gracias por compartirlo y un saludo!